jueves, 19 de mayo de 2011

El 'fotorreportaje' de mi vida (+18)

(+18) Solo para adultos. Si tienes 17, ya a la mierda pues, lee nomás xD



Y hasta que por fin se me dio por retomar este espacio que lo tuve más que olvidado durante estas semanas, y que solo lo rellene con videocrónicas y demás cosas hechas al momento, aunque todo lo que he escrito fue al momento, así como la vida misma, que a veces necesita esa poca de improvisación para que la esta sea más interesante, ah nooo!!.

A ver, no pienso escribir de política, porque cuando uno habla de esta, uno se vuelve odioso y antipático. Y de fútbol, al menos por ahora no, porque mi querida SC está -verdaderamente- de malas.

Está un poco bravo empezar esta historia, pero estoy seguro de las mejores que contaré, es tan sórdida como fotográfica. La historia empieza un lunes de junio del año pasado, y con mis dos amigos, Paulo y Edú, debíamos realizar un fotorreportaje para el día siguiente, de no hacerlo, estábamos so riesgo de ser desaprobados en el curso de Taller de Fotografía.

La idea en principio era hacer un fotorreportaje audaz, que se difiera totalmente de las demas. Y que mejor idea que tomar fotos a algunos PUTERÍOS que hay en la ciudad, un trabajo audaz hecho por jóvenes audaces como nosotros, que pensaríamos que sería algo fácil, pero lo fregado estaba por venir.

Como buenos estudiantes, se nos dio por hacer el bendito trabajo a última hora. Quedamos encontrarnos en la chamba de uno de ellos a las 10 pm. Previamente, busqué a mi mamá a su chamba para que me pase unas 'fichas' y metiendole el floro de que me iría a hacer un trabajo super importante en la casa de un amigo y que tomaría toda la noche. Desde luego que era una asignación super importante pero no exactamente en una casa, no señor!! (risas).

Bueno, volviendo a la historia, tuvimos que esperar a mi pata a que salga de su chamba a las 11pm., lo cual la cosa se pondría más peliaguda. Luego vendría el mayor de nuestros problemas: No teníamos una cámara digital que nos permitiría realizar el trabajo. Así que tuvimos que caminar primero desde la altura de Plaza Vea de la avenida Brasil hasta la Plaza Bolognesi, para luego tomar un carro hacía la casa de Paulo, en Los Olivos. En tanto, Edú se bajó en su casa, en el corazón de la urbanización Palao, en San Martín de Porres, cosa que debíamos buscarlo ahí luego.

Al llegar a casa de Paulo para hacernos de su cámara, notamos que no tenía pilas (otro problema ¬¬), y pasada la medianoche no había tiendas abiertas en los alrededores. Así que con las mismas tuvimos que irnos a la casa de Edú, en Palao. En ese momento, estaba muy preocupado y a la vez palteado, porque nunca había estado por esos lares, y mucho menos a altísimas horas de la noche, que se volvía más angustiante cuando mi mamá me llamaba a mi celular preguntando el ya clásico "¿donde estás?".

Al final, conseguimos un par de pilas, pero el problema (¿que, más problemas?) era que la cámara se apagaba a cada rato, además que la misma estaba un poco averiada. Yo pude haber empleado mi cámara, pero NI CAGANDO podía exponerlo a esta aventura fotográfica, por el riesgo ya previsto.

Antes de ir a Palao, Paulo y yo llegamos a tomar un par de fotografías a unos telos en los alrededores del Boulevard de Los Olivos, para mala suerte, era una madrugada de lunes para martes, relativamente era un día muerto, donde tenía mayor afluencia de 'prostis' y travestis los 'findes', al final, los tres decidimos ir al Cenjartro de Lima para ver si teníamos suerte, no sin antes pasarnos como una puta hora en el paradero esperando una puta combi que nos lleve al puto Centro para buscar a esas putas para fotografiarlas caleta para nuestro puto trabajo de Fotografía (risas).


En vista que no llegaría ninguna combi, tuve que aflojar y poner el taxi que nos pueda llevar al Centro de Lima, y al menos salir de una vez por todas de ese lugar, que en mi sano juicio no volvería a ir, ni cagando (risas). Siendo un poco más de las dos de la madrugada y con muchas ganas de rendirme y darle una buena excusa al 'profe', nos bajamos en la avenida Alfonso Ugarte, para luego merodear por calles reputeadas y recontra maleadas como Cailloma, Chota, Washington, etc. Luego dar vueltones de vueltones por Wilson hasta llegar a nuestro punto inicial que fue la Plaza Bolognesi.

Sin mucho éxito, nos jugamos la última de nuestras cartas, yendo a ¿adivinen donde? Sí, a las famosísimas "a sol la barra" de la avenida La Colmena. Bajo un gran riesgo de ser asaltados, emprendimos hacía aquel lugar, todo sea por sacar una buena nota e impresionar con nuestro trabajo. En ese momento, no tuve mayor remedio que apagar mi celular para no recibir otra nueva llamada de mi mamá con otro "¿donde estás?" Ni modo que le dijera que me fui al "a sol la barra" a hacer un trabajo de la universidad, NI CAGANDO PUES (risas).


Al entrar a aquel lugar, quedé envuelto en medio de ese ambiente tan sordido, tan puteril, pero por un lado para aprovechar ganarme con la 'merca'. Y entonces... sucedió. En medio de una sublime melodía de "La Oreja de Van Gogh", vi como una de esas chicas buenas de la mala vida se despojaba una por una, sus diminutas prendas con lo que pude ver por primera vez, unas tetas y una concha en mi vida, sé que suena ridiculo y recontra forever alone, pero es la puta verdad. También veía como algunos parroquianos, pagando un extra, se iban a un 'oscurito' con una de las chicas para no precisamente contarle tus problemas.

Lastimosamente, no me sentía desestresado ni mucho menos excitado como se supone debía estar, porque todo ese trajín y el haber mentido en que haría un trabajo de universidad, supuestamente tranquilo en la casa de un amigo, con una musiquita y bocaditos para amenizar la faena, estábamos en una situación totalmente opuesta.

Al final, no llegamos a sacar ninguna imagen en dicho lugar, pues de haber sido descubiertos, nos hubiéramos metido en un gran lío, o fácil no la contábamos (risas). Siendo casi las cinco de la mañana, finalmente emprendimos la retirada y hora de regresar a casa. "Por fin", dije yo; no nos quedó otra que darle una excusa al profe y utilizar las pocas fotos que logramos tomar para nuestra exposición.

Cuando llegué a casa (a eso de las 5 am.) sentí un gran alivio de estar en casa, además que sentía una fatiga extrema por la jornada desplegada.

EPILOGO

Al final, el profe nos aprobó a los tres, por mi parte yo saqué un 14 en el promedio, puesto que había presentado mis trabajos anteriores. Pero lo que nunca olvidaré, es aquella odisea que viví al lado de mis patas Paulo y Edú, quienes esa noche también fueron como mis 'chalecos' y todo lo que tuvimos que pasar por una nota aprobatoria. Inolvidable.


"Rosas" de La Oreja De Van Gogh, fue aquella canción que escuchamos en aquel lugar. "Chicos, vao' a la barra"